El puente medieval de Martos, también conocido como el pontón del Camino Mozárabe, es una estructura histórica que refleja la importancia estratégica de esta ciudad jiennense durante la Edad Media. Situado sobre el arroyo Salado, este puente formaba parte de una red de caminos que conectaban Martos con otras localidades como Castillo de Locubín y Alcalá la Real, siendo una vía crucial para el comercio y el tránsito de personas en la región.
Origen y construcción
El puente medieval de Martos, conocido también como pontón del Camino Mozárabe, hunde sus raíces en la Edad Media. Aunque no existe una fecha exacta de su construcción, los estudios históricos sitúan su origen entre los siglos XIII y XIV. Durante esta época, tras la conquista cristiana de la ciudad (en 1225), la Orden de Calatrava se estableció firmemente en Martos. La Orden no solo convirtió la ciudad en un bastión militar, sino también en un enclave económico y administrativo de gran relevancia en la frontera del reino de Castilla.
La necesidad de controlar los accesos y facilitar las comunicaciones impulsó a la Orden a mejorar las infraestructuras del territorio. Así surgió el puente. No fue solo una obra funcional; también representaba el poder cristiano consolidado tras la reconquista y la intención de revitalizar las rutas comerciales y de peregrinación.
Puente sobre el arroyo salado
El lugar elegido, sobre el arroyo Salado, tenía sentido estratégico. Este arroyo, aunque de caudal modesto, dificultaba el paso especialmente en época de lluvias. El puente garantizaba el cruce seguro durante todo el año. Además, al encontrarse en una de las rutas que enlazaban Martos con Castillo de Locubín, Alcalá la Real y el interior de Andalucía, permitía el tránsito de mercancías, ganados y peregrinos.
El diseño del puente refleja la ingeniería medieval de la zona: se construyó con sillares de piedra caliza abundante en los alrededores. Su arco de medio punto, resistente y elegante, sigue la tradición romana perfeccionada en la Edad Media. Este tipo de arco distribuía el peso de manera eficiente, permitiendo que la estructura resistiera tanto el paso del tiempo como las crecidas ocasionales del arroyo.
Aunque la Orden de Calatrava lideró su construcción, es muy probable que maestros canteros locales y obreros de la comarca participaran activamente en las obras. Esta colaboración entre la orden militar y la población local era común en grandes obras públicas de la época.
Uso y función
El puente medieval de Martos cumplió, desde su origen, una función clave: garantizar el tránsito seguro de personas, animales y mercancías sobre el arroyo Salado, un obstáculo natural en las rutas hacia el interior de Jaén y Granada. No se trataba solo de un paso local. Formaba parte de una red de caminos que conectaban Martos con poblaciones vecinas como Castillo de Locubín, Alcaudete y Alcalá la Real. Estos caminos eran vitales para la actividad agrícola, ganadera y comercial de la zona.
Su papel trascendía la economía. El puente se convirtió en un punto estratégico dentro de las comunicaciones del reino de Castilla en la frontera con el reino nazarí de Granada. Por aquí no solo circulaban comerciantes o agricultores. También lo cruzaban soldados, mensajeros y recaudadores de impuestos de la Orden de Calatrava, que administraba Martos y controlaba los movimientos en la comarca.
Camino mozárabe de Santiago
Además, el puente formaba parte de una ruta histórica de gran importancia cultural y religiosa: el Camino Mozárabe de Santiago. Esta ruta permitía a los cristianos del sur peninsular peregrinar hacia Santiago de Compostela. Martos, por su situación y prestigio, era una parada obligada en el itinerario. Así, el puente se convirtió también en una vía espiritual, facilitando el paso de peregrinos de toda Andalucía y más allá.
Durante siglos, la estructura soportó el paso de arrieros, viajeros, tropas y rebaños de la Mesta, la poderosa organización de ganaderos trashumantes que movía grandes rebaños entre las sierras y las campiñas. Esta actividad consolidó aún más la función del puente como infraestructura esencial para la economía rural y el comercio.
Incluso tras la desaparición de la frontera militar y los cambios en las rutas comerciales durante la Edad Moderna, el puente siguió en uso. Su solidez permitió que continuara sirviendo a la población local hasta épocas recientes, cuando el desarrollo de nuevas carreteras y puentes lo relegó a un papel más simbólico y patrimonial.
Testimonio vivo de la historia
Hoy, el puente medieval de Martos sigue cumpliendo una función. Ya no como vía de transporte, sino como testimonio vivo de la historia de la ciudad. Su conservación y su integración en rutas de senderismo y peregrinación —especialmente el Camino Mozárabe— mantienen su relevancia cultural y turística. El puente sigue uniendo no solo orillas, sino también siglos de memoria y tradición.
Motivaciones para su construcción
La construcción del puente medieval de Martos no respondió únicamente a una necesidad práctica. Surgió de una combinación de motivaciones estratégicas, económicas, sociales y religiosas que reflejan el contexto histórico de la época.
En primer lugar, la necesidad de comunicación y control del territorio fue prioritaria. Tras la conquista cristiana de Martos en 1225, la Orden de Calatrava convirtió la ciudad en una base militar y administrativa clave. Martos se situaba en la frontera entre los reinos cristianos y el reino nazarí de Granada. Era imprescindible mantener caminos seguros y transitables durante todo el año, tanto para el movimiento de tropas como para la gestión de los bienes y recursos del señorío.
Desarrollo económico
En segundo lugar, el puente facilitaba el desarrollo económico. La comarca de Martos contaba con una intensa actividad agrícola (cereales, olivos, vid) y ganadera. Los comerciantes y agricultores necesitaban rutas eficientes para llevar sus productos a mercados locales y regionales. Además, el paso de los ganados trashumantes requería cruces estables en los ríos y arroyos. Un puente garantizaba el comercio constante y reforzaba la economía de la zona.
La motivación religiosa también jugó un papel importante. Martos se integraba en el Camino Mozárabe de Santiago, que permitía a los cristianos del sur de España unirse a las peregrinaciones hacia Compostela. La construcción del puente ofrecía un paso seguro a los peregrinos y demostraba el compromiso de la Orden de Calatrava con la protección y el fomento de la peregrinación, una práctica que reforzaba la identidad cristiana frente al islam andalusí.
Además, existía un motivo simbólico y político: afianzar el dominio cristiano. Levantar infraestructuras como puentes, caminos o fortalezas no solo servía para facilitar el tránsito. También proclamaba el poder y la estabilidad del nuevo orden impuesto tras la Reconquista. El puente representaba la capacidad de la Orden para imponer seguridad y orden en una tierra que había sido escenario de conflictos y fronteras cambiantes.
Por último, el puente respondía a una visión a largo plazo: consolidar el poblamiento y garantizar la prosperidad futura. Las autoridades sabían que sin vías de comunicación sólidas, ni la población ni el comercio podrían mantenerse o crecer. El puente del arroyo Salado era una inversión en el futuro de Martos y su comarca.
Estado actual y conservación
En la actualidad, el puente medieval de Martos se conserva en buen estado y es un testimonio del rico patrimonio histórico de la ciudad. Su inclusión en proyectos de valorización del Camino Mozárabe de Santiago ha contribuido a su preservación y promoción como atractivo turístico y cultural.
Este puente no solo representa una obra de ingeniería medieval, sino también un símbolo de la historia y la identidad de Martos, conectando el pasado con el presente a través de sus piedras centenarias.



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