bandera de España
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Desde las pasadas Elecciones Generales, España se encuentra en una encrucijada política marcada por la cada vez mayor influencia de las fuerzas regionalistas. Resulta preocupante el continuo chantaje al que se están viendo sometidos los gobiernos nacionales, y en particular, el actual gobierno en funciones. Este fenómeno, que ha tenido hasta ahora como principales protagonistas vascos y catalanes, plantea serias interrogantes sobre la estabilidad o la misma unidad y supervivencia de la nación.

Tenemos fe en que están vivas todas las fuentes genuinas de españa. España ha venido a menos por una tripe división: por la división engendrada por los separatismos locales, por la división engendrada por los partidos políticos y por la división engendrada por la lucha de clases. Cuando españa encuentre una empresa colectiva que supere todas estas diferencias, España volverá a ser Grande como en sus mejores momentos.

J.A. Primo de Rivera

Desde la instauración del modelo de las Comunidades Autónomas plasmada en la Constitución de 1978 y la nefasta ley electoral, España ha experimentado una significativa evolución en su estructura territorial y política. La influencia de estas regiones en la administración y toma de decisiones nacionales ha llegado a un punto crítico. Tanto formaciones conservadoras como progresistas aceptaron desde el primer momento apoyarse en nacionalistas para poder formar gobierno. Y ello nos ha llevado, por consiguiente, al mismo colapso de España como nación.

Lo que no admite ya discusión es que las diferencias y desigualdades entre los españoles se han acrecentado. Y esta dinámica ha sido alimentada por políticos de uno y otro signo que, con ello, veían un camino fácil para conseguir o conservar sus cuotas de poder.

El actual gobierno en funciones, liderado por Pedro Sánchez se encuentra rehén de esta situación. De seguir sus decisiones por la actual hoja de ruta, mucho me temo que puede llevar al país a una balcanización. El panorama social y político se presenta incierto y es probable que este o cualquier otro gobierno que venga tras él no será ya capaz de satisfacer los intereses de todas las regiones. De hacerlo, tendría que ser por la fuerza y con unas tensiones que podrían desencadenar una nueva guerra civil entre españoles. Sin duda, un escenario apocalíptico.

La historia reciente de España ha sido testigo de situaciones similares, pero siempre ha sabido superarlas. Ahora, la magnitud del chantaje político al que se enfrenta la nación puede tener consecuencias muy graves. El frente progresista aparentemente parece dispuesto a ceder a todas las exigencias de un prófugo de la justicia. Seguramente, su permanencia en el poder está asegurada, pero, es difícil evaluar las consecuencias que la fractura social y política va a tener para nuestro país.

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