Estos molinos son testimonio de antiguas construcciones medievales situados a lo largo del cauce del río Guadalquivir a su paso por Córdoba.
En total se han conservado con un mayor o menor grado de deterioro once de estos molinos, cuyos nombres son: Abolafia, Alegría (de Cucarrón o de los regulares de la Compañía), Carbonell (o Molino de Santa Catalina), Casillas, Enmedio, Lope García (o Molino de Amadeo), Martos, Pápalo (también conocido como de Tellez, de Don Tello o de Pápalo Tierno), San Antonio, San Lorenzo (o Molino de hierro) y San Rafael (o Molino de las Siete Piedras).
Algunas de estas construcciones se encuentran enmedio del río y casi ocultos por la vegetación. Otros, en cambio, están muy cerca de monumentos emblemáticos de la ciudad de Córdoba, como el puente romano.
El origen de muchos de ellos data de la época romana, son molinos hidráulicos cuyo fin principal fue la molienda de grano para la producción de harina. En algunos de ellos, como es el caso del molino de San Antonio, se habilitó en la planta baja un pequeño astillero dedicado a la construcción de barcas de madera.
Algunos de ellos, empero, son edificaciones del siglo XVI, aunque se han encontrado restos de una cimentación medieval.
Con la llegada de la revolución industrial, estos centros de producción fueron paulatinamente en declive hasta que acabaron por desaparecer. Actualmente, se encuentran integrados dentro del paisaje urbanístico de la ciudad de Córdoba, algunos a la espera de ser restaurados y otros, puestos de nuevo en valor para diversos fines.
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