Uno de los temas más fascinantes y recurrentes que inspiran mi fotografía son los colores de la naturaleza, esos pequeños universos que a menudo pasan desapercibidos. En esta serie, decidí centrar mi lente en los cardos, protagonistas silenciosos pero majestuosos, que descubrí durante mis recorridos por las zonas rurales que rodean mi hogar actual.
Cada imagen captura la esencia de estas plantas, que a pesar de su apariencia áspera, encierran una belleza singular, casi poética. Sus texturas rugosas, las delicadas coronas de púas y la forma en que interactúan con la luz crean una danza visual que me resulta cautivadora. En los cardos encuentro una metáfora de la resiliencia: fuertes, resistentes y, sin embargo, vulnerables ante el viento y el tiempo.
Aunque no me considero más que un aficionado a la fotografía, debo admitir que estoy razonablemente satisfecho con el resultado. En cada disparo intento explorar no solo la estética, sino también la emoción que la naturaleza despierta en mí: asombro, serenidad y un toque de melancolía. Quiero pensar que mis imágenes no solo retratan cardos, sino que cuentan pequeñas historias de los paisajes que habitan, de los instantes detenidos que tan fácilmente podríamos dejar pasar.
Espero que, al contemplarlas, otros puedan encontrar la misma conexión que yo encontré al crearlas: la belleza escondida en lo cotidiano, la magia de lo sencillo.











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