La imponente Cruz del cerro de Santa Catalina, en Jaén, es un símbolo que entrelaza historia, fe y leyenda, levantándose como un testimonio perenne de la identidad jiennense. Situada junto al majestuoso Castillo de Santa Catalina, esta cruz no solo ofrece una panorámica inigualable de la ciudad y sus alrededores, sino que también encierra relatos que se remontan a la época de la Reconquista.
Orígenes históricos: la conquista cristiana y la dedicación a Santa Catalina
La historia de la cruz está íntimamente ligada a la figura del rey Fernando III de Castilla, conocido como Fernando III el Santo. En 1246, tras arduos enfrentamientos, el monarca logró la rendición de la ciudad de Jaén, que hasta entonces estaba bajo dominio musulmán. Según la tradición, antes de la conquista, Fernando III experimentó una visión en la que se le apareció Santa Catalina de Alejandría, augurándole el éxito en su empresa. En agradecimiento, el rey decidió erigir una cruz en lo más alto del cerro y dedicar la fortaleza recién conquistada a la santa, renombrándola como Castillo de Santa Catalina.
La leyenda de la espada convertida en cruz
Una de las leyendas más arraigadas en la cultura jiennense relata que, tras la toma de la ciudad, Fernando III ascendió al cerro acompañado de sus tropas. Al llegar al extremo del monte, desde donde se divisa la actual Catedral de Jaén, uno de sus capitanes, en señal de triunfo, clavó su espada en el suelo. La espada, al hundirse con la punta hacia abajo y el travesaño horizontal, adoptó la forma de una cruz cristiana. Este gesto simbólico impresionó al rey, quien ordenó que se constr una gran cruz en ese mismo lugar para conmemorar la victoria y la fe cristiana.
Evolución y mantenimiento de la cruz a lo largo de los siglos
Inicialmente, la cruz fue construida en madera, material que, aunque accesible, era vulnerable a las inclemencias del tiempo y requería reemplazos frecuentes. Durante siglos, las religiosas del Real Monasterio de Santa Clara asumieron la responsabilidad de su mantenimiento, asegurándose de que la cruz permaneciera erguida como símbolo de la fe y la historia de Jaén. Sin embargo, hacia mediados del siglo XIX, esta tarea fue delegada a la familia Balguerías, una de las más reconocidas de la ciudad. Con el objetivo de dotar de mayor durabilidad al monumento, en 1951, Eduardo Balguerías financió la construcción de la actual cruz de hormigón, que ha resistido el paso del tiempo y las adversidades climáticas.
La cruz como punto de referencia y símbolo identitario
Más allá de su origen histórico y religioso, la Cruz del Castillo de Santa Catalina se ha consolidado como un emblema de la ciudad de Jaén. Su silueta, visible desde diversos puntos, actúa como faro y guía para locales y visitantes. El lugar donde se erige ofrece una de las vistas más espectaculares de la ciudad, permitiendo apreciar la majestuosidad de la Catedral, el entramado urbano y el mar de olivos que caracteriza a la provincia. Este mirador natural ha sido, durante generaciones, escenario de encuentros, reflexiones y celebraciones, reforzando el vínculo emocional de los jiennenses con su entorno.
La romería de Santa Catalina: tradición y devoción popular
Cada 25 de noviembre, la ciudad de Jaén celebra la festividad de Santa Catalina de Alejandría con una tradicional romería que culmina en el cerro que lleva su nombre. Esta festividad, que combina elementos religiosos y festivos, congrega a miles de personas que ascienden al cerro para rendir homenaje a la santa, disfrutar de actividades lúdicas y reforzar los lazos comunitarios. La cruz, en este contexto, se convierte en un punto de encuentro y reflexión, simbolizando la continuidad de una tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos.
El Castillo de Santa Catalina: guardián de historias y leyendas
El castillo que acompaña a la cruz no es solo una fortaleza militar; es un contenedor de historias, leyendas y transformaciones. Desde su origen como alcazaba musulmana hasta su reconversión en fortaleza cristiana, el Castillo de Santa Catalina ha sido testigo de innumerables acontecimientos históricos. En la actualidad, parte de sus instalaciones albergan un Parador Nacional de Turismo, permitiendo a los visitantes sumergirse en la historia mientras disfrutan de las comodidades modernas. Además, el castillo es escenario de diversas actividades culturales y recreativas que enriquecen la oferta turística de la ciudad.
Mirador y símbolo de la ciudad de Jaén
La Cruz del cerro de Santa Catalina es mucho más que un monumento religioso; es un símbolo que encapsula la esencia de Jaén, su historia, sus leyendas y la devoción de su gente. Desde su origen en tiempos de la Reconquista hasta su papel actual como icono turístico y cultural, la cruz ha sido y sigue siendo un reflejo de la identidad jiennense
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