En el corazón de una manzana histórica, propiedad de las renombradas Bodegas Domecq, yace un tesoro oculto que nos transporta a los siglos XVI al XIX: los restos de la casa señorial de los Basurto. Aunque en estado regular y sin uso, este lugar es un testigo silencioso de la grandeza y el esplendor de épocas pasadas.
Los vestigios de la casa solariega de los Basurto nos invitan a sumergirnos en la historia de una familia aristocrática que dejó una marca indeleble en la región. A pesar del paso del tiempo, la portada de la casa aún se erige con orgullo, adornada con el blasón familiar que atestigua la distinción de sus antiguos propietarios.
Al explorar este sitio histórico, nos encontramos con la majestuosa arcada del siglo XVI, cuyos arcos nos susurran historias de esplendor y grandeza. Aunque hoy en día solo quedan restos de algunas dependencias, cada piedra y cada rincón nos cuentan una parte de la fascinante historia de esta casa señorial.
Incrustados en el entorno de las Bodegas Domecq, estos restos son más que simples ruinas; son una ventana al pasado que nos permite vislumbrar la vida cotidiana de una época pasada. Es un recordatorio de la importancia de preservar nuestro patrimonio histórico y cultural, incluso en medio del progreso y el desarrollo moderno.
Los restos de la casa señorial de los Basurto son un recordatorio de la riqueza y la diversidad de nuestra historia. Aunque ahora en estado de descuido, siguen siendo un testimonio valioso de nuestro pasado, que merece ser reconocido, protegido y preservado para las generaciones futuras. Que este lugar continúe inspirando a quienes lo visitan y nos recuerde la importancia de honrar y celebrar nuestra herencia cultural.
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