capilla del Convento de la Santísima Trinidad de Martos
capilla del Convento de la Santísima Trinidad de Martos

La capilla del Monasterio de la Santísima Trinidad de Martos –también conocida como el Convento de las Madres Trinitarias– es uno de los templos históricos más emblemáticos de la ciudad jiennense. Fundada a finales del siglo XVI, esta capilla ha sido testigo de más de cuatro siglos de historia local, albergando en su arquitectura y en sus muros una rica herencia patrimonial, religiosa y simbólica. Su austera fachada de sillería, coronada por una espadaña de ladrillo para las campanas, contrasta con la elegante portada barroca que da acceso al templo, reflejando la mezcla de sencillez conventual y decoración artística propia de su época. A lo largo de los años, la capilla ha conservado un excelente estado de conservación y sigue siendo admirada como una de las más bellas del casco histórico de Martos​.

A continuación, exploraremos con rigor su origen, evolución arquitectónica, hitos históricos y el legado que la convierte en un símbolo de Martos.

Orígenes históricos de la capilla del monasterio de la Santísima Trinidad (siglo XVI)

El origen de esta capilla se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, en un período de esplendor para Martos​. La fundación del monasterio y su capilla se debió a la iniciativa de Doña Aldonza de Rivas y Ortega, una acaudalada y caritativa vecina de Martos que donó los terrenos necesarios para establecer la comunidad religiosa​.

Tras obtener las autorizaciones eclesiásticas y civiles pertinentes, se construyeron y adaptaron las primeras edificaciones para que las monjas de clausura de la Orden Trinitaria contemplativa pudieran instalarse en comunidad​. Concretamente, la fundación tuvo lugar el 6 de marzo de 1595, fecha en que quedó establecido el monasterio de la Santísima Trinidad en Martos​.

Desde sus inicios, la capilla del convento fue el corazón espiritual del recinto, destinada al rezo coral de las monjas y abierta también a la devoción de los fieles de la localidad en determinadas ocasiones.

Esta temprana época fundacional dotó a Martos de un nuevo centro religioso. La Orden Trinitaria –dedicada a la Santísima Trinidad y con carisma original de redención de cautivos– apenas contaba con monasterios femeninos en España, por lo que el de Martos se convirtió en uno de los pocos (hoy uno de los doce monasterios trinitarios contemplativos que existen en el país​) y reforzó la vida espiritual de la ciudad. Doña Aldonza de Rivas, la fundadora, incluso ingresó como novicia junto a dos sobrinas suyas, evidenciando su fuerte vínculo con la institución naciente​

Aquella pequeña comunidad inicial vino acompañada de religiosas de otros conventos (como Andújar y Villena) para consolidar la vida monástica en Martos​

En este contexto surge la primera capilla del monasterio: un oratorio modesto al principio, que con el tiempo sería embellecido y reconstruido para adecuarse a las necesidades litúrgicas y al creciente patrimonio artístico del convento.

Arquitectura y evolución de la capilla del monasterio de la Santísima Trinidad (ss. XVI–XVIII)

Arquitectónicamente, la capilla del Monasterio de la Trinidad presenta las características de un templo contrarreformista tardío con posteriores reformas barrocas. El templo es de planta de cruz latina con una sola nave longitudinal flanqueada por capillas laterales profundas, que forman a modo de pseudonaves​.

Esta nave principal está cubierta por una bóveda de cañón con lunetos, típica del estilo barroco del siglo XVII, y reforzada por arcos fajones que descargan el peso sobre los muros. Las capillas laterales, de planta cuadrada, se abren a la nave mediante arcos y alojan altares secundarios, aportando profundidad espacial y permitiendo devociones particulares sin interferir en el espacio central​.

Hacia la cabecera, el presbiterio (el área del altar mayor) se eleva ligeramente sobre gradas, destacando así el espacio más sagrado donde se encuentra el altar principal​

A los pies de la nave, en alto sobre la entrada, se sitúa el coro monástico, destinado a las monjas, cerrado por una llamativa celosía de madera desde donde las religiosas asistían ocultas a los oficios religiosos​. Esta celosía es un elemento característico en conventos de clausura, y la de Martos sobresale por su tamaño y elaboración, permitiendo ver el interior del coro desde la iglesia pero manteniendo la separación clausural.

Portada principal de la capilla

La portada principal de la capilla, que da a la calle Real de San Fernando, es de estilo barroco clasicista. Consiste en un gran arco de medio punto enmarcado por columnas de orden toscano adosadas a pilastras, que sostienen un entablamento sencillo​.

Sobre el arco se dispone un frontón partido, típico recurso decorativo barroco, rematado en su centro por el escudo de la Orden Trinitaria labrado en piedra. Se trada de un círculo con una cruz patada de colores rojo y azul, símbolo de la Santísima Trinidad y de la redención de cautivos flanqueado por roleos y coronado por una corona ducal. Este escudo, junto con algunos restos de blasones nobiliarios en las capillas laterales, alude a los patronazgos que ayudaron a enriquecer la iglesia. La fachada, construida con sillares bien escuadrados, es sobria en el resto de su composición, apenas rota por vanos con rejas de forja y por la espadaña campanario situada sobre el muro derecho. En conjunto, el exterior denota la solidez y sencillez propia de un convento, mientras que la portada aporta el toque artístico y ceremonial, fechable en torno a finales del siglo XVI o inicios del XVII, momento en que se culminó el templo​.

Remodelaciones y mecenazgo realizadas en la capilla

A lo largo de los siglos, la capilla ha experimentado importantes remodelaciones. Documentos históricos señalan que la iglesia original sufrió graves daños estructurales con el tiempo, hasta el punto de amenazar ruina. En el siglo XVIII fue necesario acometer una reconstrucción prácticamente integral de la capilla, dando lugar a una “iglesia nueva” sobre los cimientos de la anterior​

Las monjas trinitarias, con recursos limitados, emprendieron esta obra nueva con gran esfuerzo económico. Para llevarla a cabo, se valieron del sistema de patronazgo de capillas: distintas familias nobles financiaron la construcción o arreglo de capillas laterales a cambio de derechos de enterramiento y memorial en ellas. Un caso destacado es el de Don Roque Jiménez de Morales, caballero de la Orden de Calatrava y por entonces gobernador del partido de Martos, quien se convirtió en benefactor de la obra. Hacia mediados del siglo XVIII, Don Roque costeó la terminación de una de las capillas laterales de la nueva iglesia –la dedicada a Nuestro Padre Jesús Rescatado– obteniendo a perpetuidad su uso como capilla funeraria familiar​.

La donación de Don Roque supuso un alivio económico para la comunidad, permitiendo finalizar las bóvedas y ornamentos de esa capilla y dejando que el noble colocase allí sus armas heráldicas y erigiese imágenes de su devoción (mandó situar una escultura de Jesús Rescatado, alusiva a la advocación redentora trinitaria, y otra de San Roque, patrón de su pueblo natal)​.

Este mecenazgo quedó recogido en escritura pública y es indicador de cómo la arquitectura de la capilla actual es fruto no solo de la planificación monástica sino también de aportaciones de la sociedad marteña de la época. Gracias a estas reconstrucciones del XVIII, la capilla adquiere el estilo Barroco que hoy la caracteriza, sustituyendo o reforzando la construcción original del XVI.

Cómo le afectó a la capilla la época de las desamortizaciones

Ya en el siglo XIX, la capilla –y el conjunto del convento– tuvo que afrontar nuevas vicisitudes. Las desamortizaciones y la inestabilidad política de la centuria afectaron a muchos conventos en España. Aunque las Trinitarias de Martos lograron permanecer en su monasterio, hacia la década de 1870 el edificio mostraba nuevamente serios desperfectos debido a la falta de recursos y al paso del tiempo. Se conservan registros de que entre 1876 y 1877 se emprendieron obras de reparación de urgencia: un perito del ayuntamiento de Martos evaluó las necesidades y se invirtió en consolidar partes de la iglesia con un presupuesto de 3.996 reales​.

A pesar de esas mejoras, en 1879 la madre abadesa aún solicitaba al Ayuntamiento una inspección por el mal estado de algunas estructuras​, lo que llevó a intervenir a arquitectos diocesanos en años posteriores. Estas restauraciones decimonónicas, aunque menos visibles, ayudaron a que la capilla llegase íntegra al siglo XX. Es cierto que el interior ha llegado algo desvirtuado respecto a su esplendor original –varios retablos y obras de arte se perdieron o deterioraron en las convulsiones históricas–, pero la estructura esencial y la apariencia general del templo se han preservado hasta nuestros días​.

Hitos históricos y valor simbólico del monasterio de la Santísima Trinidad en Martos

A lo largo de su dilatada historia, la capilla del Monasterio de la Santísima Trinidad ha protagonizado o presenciado numerosos hitos históricos de Martos, convirtiéndose en símbolo de la fe y la resiliencia de la comunidad local. Uno de los episodios más destacados y dramáticos ocurrió durante la Guerra Civil Española (1936–1939). En julio de 1936, al estallar el conflicto, la comunidad de monjas trinitarias fue expulsada de su convento por las autoridades republicanas locales, en el contexto de la persecución religiosa desatada en la zona​.

Cómo afectó la Guerra Civil a la comunidad de religiosas

Las religiosas hubieron de dispersarse y buscar refugio. Entre ellas se encontraba Sor María Francisca Espejo Martos, en religión Madre Francisca de la Encarnación, quien era sobrina de la entonces superiora. Esta joven monja, nacida en Martos en 1873, se ocultó inicialmente con familiares, pero fue descubierta y detenida por milicianos. En la madrugada del 13 de enero de 1937, Sor Francisca de la Encarnación fue fusilada en la pedanía marteña de Las Casillas junto a un grupo de cincuenta personas, víctima de odio religioso. Tenía 63 años y murió perdonando a sus verdugos. Su martirio causó honda impresión en Martos. Al terminar la guerra, sus restos fueron recuperados y devueltos al monasterio, donde se descubrió que su cuerpo permanecía incorrupto. Hoy en día, los restos incorruptos de la Madre Francisca reposan en la capilla del monasterio, expuestos dentro de un féretro de cristal como testimonio de su santidad​

En 2007, la Iglesia católica la beatificó junto a otros mártires del siglo XX, reconociéndola oficialmente como la Beata Francisca de la Encarnación, la única monja trinitaria española elevada a los altares​. Su presencia convierte a esta capilla en un lugar de memoria y peregrinación religiosa, donde los fieles veneran su ejemplo de fe. La historia de Sor Francisca añade un poderoso valor simbólico al templo: representa la perseverancia de la vida religiosa en Martos incluso frente a la violencia y las adversidades.

Retorno al convento

Además del episodio de la guerra, la capilla ha seguido siendo un punto central en la vida espiritual de Martos en el siglo XX y XXI. Tras la contienda, la comunidad trinitaria regresó y retomó su vida clausural en el monasterio, manteniendo la continuidad de la institución fundada en 1595. La capilla volvió a abrirse al culto y ha servido desde entonces no solo a las monjas sino también a la feligresía marteña en diversas celebraciones. De hecho, la Iglesia del Monasterio de la Trinidad es sede de varias cofradías de penitencia y de gloria de Martos​.

Cofradía de Jesús Cautivo de la Túnica Blanca

En particular, alberga la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo de la Túnica Blanca y María Santísima de la Trinidad, cuyos titulares reciben culto en esta capilla y protagonizan cada año uno de los desfiles procesionales de la Semana Santa marteña​. Esta cofradía –popularmente conocida como la del Jesús Cautivo o Jesús Rescatado– tiene su sede canónica en el monasterio, lo que refuerza el lazo entre el convento y la religiosidad popular local​.

Cada Martes Santo, la imagen de Jesús Cautivo sale desde la capilla para recorrer las calles, uniendo la tradición trinitaria (recordemos que “cautivo rescatado” alude al carisma de la orden) con la devoción del pueblo. Asimismo, la Virgen titular de la cofradía, María Santísima de la Trinidad, representa la advocación mariana del monasterio y recibe honores tanto en Semana Santa como en cultos internos. Que esta capilla sea hogar de cofradías activas demuestra su vigencia religiosa en la comunidad: no es solo un monumento histórico, sino un templo vivo integrado en las celebraciones y creencias de Martos.

Importancia patrimonial y legado actual del monasterio de la Santísima Trinidad

La capilla del Monasterio de la Santísima Trinidad de Martos constituye un bien patrimonial de primer orden en la ciudad. Desde el punto de vista arquitectónico, es un valioso ejemplo de la arquitectura religiosa de transición entre los siglos XVI y XVII, con añadidos barrocos del XVIII, que ha llegado hasta nosotros conservando elementos originales. Su portada barroca toscana, la disposición de su nave con capillas y el coro enrejado la hacen singular dentro del conjunto monumental marteño​.

Pese a las vicisitudes pasadas –reconstrucciones, abandono temporal durante la Guerra Civil, reparaciones de emergencia–, el edificio ha mantenido su esencia histórica. Hoy día es fácilmente reconocible su fisonomía tradicional en el perfil urbano de Martos, asomando su campanario y muros de piedra en la calle Real de San Fernando. El hecho de que siga albergando una comunidad de monjas de clausura (actualmente en torno a una decena de religiosas) que continúan su vida de oración y trabajo entre estos muros, proporciona una continuidad intangible de la tradición espiritual iniciada en el siglo XVI. Este monasterio-convento es, por tanto, un patrimonio vivo: no un mero museo, sino un lugar donde la historia, la fe y la cultura local convergen.

Presencia de la orden Trinitaria en Martos

En el plano religioso y simbólico, la capilla trasciende su valor artístico para ser un auténtico símbolo de identidad de Martos. Representa más de cuatro siglos de presencia ininterrumpida de la Orden Trinitaria en la localidad. Un logro notable considerando las numerosas órdenes que desaparecieron tras las desamortizaciones o guerras. La pervivencia de las Trinitarias en Martos demuestra el arraigo de la comunidad en el pueblo y la estima de los marteños hacia “sus monjas”. Esta capilla ha visto desfilar a generaciones de fieles, desde nobles benefactores en el Barroco hasta devotos actuales de Jesús Cautivo. Alberga en su interior historias y recuerdos: las lápidas de antiguas monjas y patronos, los altares donde se ha orado por siglos, y muy especialmente el sepulcro de la Beata Francisca de la Encarnación, cuya figura simboliza la entrega y el sacrificio. Su cuerpo incorrupto expuesto es a la vez reliquia religiosa y testimonio histórico de los sucesos trágicos del siglo XX, recordando a todos los visitantes el precio que algunos pagaron por su fe​. En cada aniversario de su martirio, la comunidad y fieles conmemoran su memoria, reforzando el vínculo entre el pasado y el presente en ese mismo espacio sagrado.

Preservación y conservación de la capilla

Cabe señalar que la capilla del Monasterio de la Trinidad ha sido objeto de atención en épocas recientes para asegurar su preservación. Las autoridades locales y eclesiásticas han apoyado iniciativas para mantener el edificio en buenas condiciones, conscientes de su valor. Se han realizado intervenciones puntuales en cubiertas, paramentos e incluso mejoras en las dependencias anexas (por ejemplo, la renovación del pequeño obrador donde las monjas elaboran sus célebres dulces artesanos, actividad tradicional que también forma parte del legado cultural del convento). Gracias a ello, el templo luce en la actualidad en óptimo estado y puede seguir acogiendo tanto a las monjas como a los fieles que acuden a misa o a contemplar su patrimonio. La capilla y el convento anexo se integran en las rutas histórico-artísticas de Martos, siendo frecuentemente visitados en jornadas de patrimonio y incluidos en estudios académicos recientes dada la riqueza de sus bienes muebles e historia documentada​.

Referente del patrimonio y la comunidad marteña

La capilla del Monasterio de la Santísima Trinidad de Martos es mucho más que un antiguo edificio religioso: es un símbolo viviente de la historia marteña. Desde su fundación por una mujer visionaria en el Siglo de Oro, pasando por su embellecimiento barroco gracias al mecenazgo local, su resistencia a las adversidades –incluyendo la reconstrucción tras la ruina y el duelo por la sangre de una mártir–, hasta su papel actual en la devoción popular, esta capilla resume en sus piedras la fe, el arte y la memoria de Martos. Su importancia patrimonial radica en ser depositaria de estilos artísticos y técnicas constructivas de varias épocas; su importancia religiosa, en ser hogar de la oración constante y de veneradas imágenes y reliquias; y su importancia simbólica, en representar la continuidad de la comunidad y los valores espirituales a lo largo del tiempo. Visitar esta capilla es adentrarse en un viaje por la historia de Martos, donde cada elemento –desde la portada labrada hasta la tranquila penumbra del coro– nos habla de la profunda conexión entre la ciudad y este sagrado recinto. Un lugar, en definitiva, de gran significado patrimonial y emocional, custodiado por las Trinitarias y apreciado por todos los marteños como parte esencial de su legado histórico.

A falta de disponer fotografías del interior del templo, de momento nos conformaremos con su fachada principal que se abre a la calle Real.

capilla del Convento de la Santísima Trinidad de Martos
capilla del Convento de la Santísima Trinidad de Martos
fachada de la capila desde la calle Real de San Fernando
fachada de la capila desde la calle Real de San Fernando
panorámica de la fachada del templo desde el Ayuntamiento de Martos
panorámica de la fachada del templo desde el Ayuntamiento de Martos
panorámica de la capilla  y del entorno que la rodea
panorámica de la capilla y del entorno que la rodea

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