En el corazón de uno de los barrios más antiguos de Jerez de la Frontera, mi caminata me llevó por un viaje en el tiempo a través del pintoresco barrio de San Mateo. Mientras recorría la plaza contigua, conocida como la del mercado, me encontré inmerso en un interesante paseo de calles donde antiguas casas señoriales y cascos de bodega contaban historias de siglos pasados, apuntando hacia la majestuosidad de la zona de la Catedral.
Al pasar la conocida bodega, me enfrenté a la cuesta del Espíritu Santo, bautizada así por un antiguo convento del siglo XV, donde se rumorea que se originó la receta del famoso postre jerezano, el tocino de cielo. Aunque lamentablemente poco queda de dicho convento en la actualidad, su legado histórico se dispersa entre los numerosos templos de la ciudad.
Descendiendo por la cuesta, llegué al barrio del Salvador, donde una singular fachada capta de inmediato mi atención. Su extrema sencillez contrastaba con la majestuosidad de las casas señoriales cercanas. Esta antigua residencia, ubicada en el lado izquierdo de la calle, abrió una ventana a mi curiosidad, llevándome a investigar sobre las casas mudéjares del siglo XV.
Las casas mudéjares, como la que descubrí, se situaban en zonas de extramuros, cerca de la muralla, y estaban diseñadas para perdurar en el tiempo. Presentan una disposición peculiar, con estancias habitables en la planta baja y un soberado destinado al almacenaje o a actividades adicionales. Su estructura se distribuye alrededor de un patio central, que en el caso de la casa frente a la que me encuentro, parece ser que albergaba un pozo como punto focal.
La construcción se realizaba principalmente con tapial, un material que ofrecía frescor en verano y aislamiento en invierno. La fachada, inicialmente sobria, evolucionó con el tiempo, adoptando elementos decorativos barrocos y rejería elaborada.
La casa conocida como la de los Sánchez-Madroño, evoca un linaje noble que aún espera ser explorado en detalle. Su fachada de sillares de piedra, techo a dos aguas y puerta de acceso con clavos decorativos revelan solo una pizca de su historia.
A medida que continuo mi exploración por los barrios históricos de Jerez de la Frontera, me sumerjo en un mundo de descubrimientos, donde cada calle y cada fachada cuentan su propia historia, esperando ser descifradas por aquellos que se aventuren a explorarlas.
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