Reflexiona en esta frase: hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo. Esa sensación que nos recorre el cuerpo como una corriente eléctrica cuando pensamos en dar un paso al frente. A menudo se presenta con fuerza, buscando que nos quedemos inmóviles. Pero aquí está el secreto: no es necesario esperar a que desaparezca. La clave es moverse, incluso con miedo.
El miedo es una parte natural de la vida. Es el guardián que nos protege de lo desconocido, que nos recuerda que estamos a punto de hacer algo fuera de lo común. Pero si dejas que el miedo te paralice, se convierte en un freno, una pared invisible que se interpone entre tú y tus sueños. Miedo al fracaso, miedo al qué dirán, miedo a no ser suficiente. Todos estos pensamientos pueden desvanecer nuestras aspiraciones. Pero hay algo más poderoso: la acción.
La única manera de vencer el miedo es actuar. Hazlo. Da ese paso aunque sientas que el corazón te late en la garganta. Cuando te mueves, el miedo comienza a perder poder. No es que desaparezca por completo, pero se reduce a un susurro. Empieza a ser una señal de que estás avanzando, de que estás vivo.
Imagina que estás frente a una oportunidad que podría cambiar tu vida. Tu mente se llena de dudas. ¿Y si fallo? ¿Y si me equivoco? Pero, ¿y si no lo haces? ¿Y si permites que el miedo te arrebate la posibilidad de crecer y descubrir de qué estás hecho? Hazlo, incluso con miedo. Porque la satisfacción de intentar, de atreverte, supera cualquier arrepentimiento de no haberlo hecho.
Es fácil pensar que las personas valientes no sienten miedo. Pero eso no es cierto. La valentía es reconocer el miedo, mirarlo de frente y avanzar a pesar de él. Es entender que el miedo es parte del camino, pero no el destino.
Miedo a empezar de nuevo. Miedo a cambiar de rumbo. Miedo a apostar por tus sueños. Todos estos temores son normales, pero la diferencia entre quedarte estancado y avanzar radica en una elección: hacerlo de todos modos.
El miedo puede ser un motor si decides transformarlo. Cada vez que sientas que el miedo te inmoviliza, pregúntate qué hay al otro lado. La vida que quieres está esperando. Usa el miedo como señal de que estás en la dirección correcta. Si lo que vas a hacer no te genera un poco de miedo, tal vez no sea lo suficientemente grande.
Así que, la próxima vez que sientas ese nudo en el estómago, sonríe. Estás a punto de hacer algo valioso. Hazlo, incluso con miedo. Porque cada vez que lo haces, te demuestras a ti mismo de lo que eres capaz. Y eso, amigo, es un regalo que nada ni nadie te podrá quitar.
El miedo es real y siempre estará presente. Pero no es un obstáculo insuperable. Es una señal de que lo que estás a punto de hacer importa. Hazlo, aunque el miedo te acompañe. Porque al final del camino, te darás cuenta de que fue tu aliado, no tu enemigo. Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo.
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